Déjame pensar, déjame respirar,
déjame equivocarme. No soporto por más
tiempo que me controles, que me vigiles cada minuto del día y de la noche, que
me conviertas en un ser inútil, torpe y lleno de rabia. Jamás había sentido rencor
hacia alguien y ahora siento un
gran odio hacia ti. Dónde está aquel hombre amoroso, que me colmaba de
regalos y me hacía sentir la mujer más feliz
y maravillosa del planeta
Déjame suspirar, déjame descansar,
déjame ser yo misma. De qué vas a privarme más, ya no tengo amigos, he
cortado el contacto con mi familia y me has robado paulatinamente todo lo que me hacía algo feliz.
Déjame
reír, déjame cantar, déjame
bailar. No descargues en mí tu
inmadurez, tu inseguridad, tus frustraciones o tu violencia. ¿Es que soy acaso
culpable de tu pasado o de tus traumas
sin resolver? No soy de tu propiedad, no soy tuya por más que me lo repitas
hasta la saciedad. No eres más hombre
porque tengas más fuerza que yo o
porque grites más alto.
Aún no me has roto ningún hueso, ni
puesto morado un ojo, ni me has amenazado con un arma. Pero me hacen daño tus
amenazas, tus celos infundados, tu manipulación en insultos cada vez que hago
algo con lo que no estás conforme o no te cuadra ese día alguna acción o
palabra mía.
Cómo denunciar al hombre que es tan
agradable y simpático con los vecinos, con sus compañeros y con todos los que se cruzan por la calle.
Nadie me creería puesto que eres un exitoso abogado. Lo primero que busca la
policía son marcas en el cuerpo, pruebas de maltrato físico, y tú sabes hacérmelas mejor que nadie anulándome como
persona.
Cuándo tendré la fuerza para
decirte a la cara todo lo que ahora estoy escribiendo en este cuaderno a
escondidas mientras trabajas en tu elegante despacho. El tiempo se me va, no
avanzo, me estanco. Al menos aún sigo
viva.
¡Déjame respirar, déjame
vivir!
VICKY FERNÁNDEZ
Un relato muy bueno de denuncia a la violencia de género. Felicitaciones, Vicky.
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